Más allá de la triste y conocida realidad de los CIE, las identificaciones policiales por perfil étnico, las deportaciones forzosas o las devoluciones en caliente, la Europa Fortaleza también adopta decisiones sobre la detención de migrantes fuera de sus fronteras. Ello representa otra realidad que no es menos triste pero sí mucho más desconocida por la opinión pública y desatendida por la opinión publicada.
Externalizar la detención de migrantes en terceros países forma parte de una estrategia para impedir su llegada a territorio europeo a cualquier precio. La UE financia la construcción de centros de detención en al menos 22 países de África, Europa Oriental, los Balcanes y Asia Occidental. Más aún, para mantener a los migrantes alejados de sus fronteras no duda en hacer negocios con regímenes que violan sistemáticamente los Derechos Humanos. Eso sí, hipócritamente se esquiva toda responsabilidad por las consecuencias de todo ello: detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones, violencia sexual y muerte.
Todo esto documenta el informe “Externalizar la opresión” elaborado por el Transnational Institute (TNI) en colaboración con Stop Wapenhandel. Un riguroso estudio hecho para iluminar esa realidad silenciada y para poner el foco en cómo Europa externaliza la detención de migrantes más allá de sus fronteras.

En sus conclusiones, el informe sostiene que “los países candidatos a adherirse a la UE son obligados a detener migrantes e impedirles que crucen hacia la UE como un requisito previo para su adhesión al bloque”. Así, la UE pone a su disposición financiación a través de acuerdos de preadhesión específicamente con la finalidad de detener migrantes en ruta, a su paso por esos terceros países, todavía lejos de las fronteras exteriores de la Unión Europea. En otros casos, especialmente en África y Asia, se accede a flexibilizar los requisitos de visa para nacionales de esos países a cambio de que intercepten a más migrantes.
Según los autores de “Externalizar la opresión“, Europa actúa sobre la base de la premisa de “contención y disuasión, que consiste en interceptar y detener a los migrantes que intentan llegar al continente para disuadirlos de continuar viajando”. Este enfoque pierde completamente de vista una cuestión central: las personas migran para sobrevivir, a menudo huyendo de guerras y otras formas de violencia. La UE sigue pasando por alto los motivos estructurales que provocan los movimientos migratorios, e intencionadamente camufla su papel como bloque con una importante parte de responsabilidad en su origen.
El Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo de la Comisión Europea se erige como la demostración palpable de que, en el futuro, la detención de migrantes en terceros países desempeñará un papel central en las políticas de control migratorio. En ese terreno, la industria militar y de seguridad pretende participar activamente en la configuración de las políticas fronterizas porque ha localizado en ello una gran oportunidad de negocio. El informe del TNI denuncia que “ya podemos observar una tendencia de privatización de la detención de migrantes, similar a lo que ocurre en los sistemas carcelarios del resto del mundo”.